Padres y profesor@s pueden detectar que su hij@/alumn@ se distrae con facilidad, tiene rabietas, le cuesta leer y/o escribir, no se expresa bien, no se relaciona con iguales, etc.
Estos y otros motivos suelen generar preocupación y deseo de saber cómo abordarlos, por lo que se suele recomendar realizar una valoración para minimizar posibles dificultades en el desarrollo infanto-juvenil.
Toda intervención comienza con un diagnóstico clínico que se realiza a través de un estudio o evaluación psicológica y/o logopédica llevado a cabo por un equipo multidisciplinar de profesionales especializados en psicología infanto-juvenil y logopedia.
Este proceso se inicia con una primera entrevista clínica a los padres donde se recoge información de los antecedentes del desarrollo y momento actual del niñ@.
Suele complementarse con cuestionarios para que rellenen en casa y con la aportación de informes previos si los hubiera (médicos, pedagógicos, etc.).
Se evalúa al niñ@ administrando pruebas, test psicométricos y realizando una observación conductual y emocional durante todo el proceso para valorar sus puntos fuertes y débiles.
La evaluación se complementa con información proporcionada por l@s profesor@s a través de cuestionarios.
Se comunica a los padres los resultados de la valoración y se suele establecer un diagnóstico clínico. Si no cumple criterios clínicos, se valora el grado de repercusión de los puntos débiles detectados.
Se valora iniciar tratamiento específico y establecer orientaciones para casa y coordinación con el colegio.
Los objetivos del tratamiento individual para ajustarse a las características del niñ@ se plantean a partir de la información de la entrevista e historia clínica realizada, los cuestionarios de padres y profesores y los resultados de la evaluación. A los 6 ó 9 meses de tratamiento (dependiendo de las áreas), se evalúan los progresos y se ajustan los objetivos.
En esta intervención están incluidos los padres con los que se mantienen reuniones periódicas para facilitarles recursos y estrategias que les ayuden a mejorar las dificultades del niño en casa. Sin olvidar que resulta fundamental reforzar sus habilidades y competencias para un buen desarrollo socioemocional y ajuste personal.
Es importante mantener contacto con los orientadores y profesores para establecer objetivos de intervención comunes y coordinarse en la forma de llevarlos a cabo en el aula.
La coordinación sistemática entre terapeutas, familia y colegio es fundamental para favorecer la evolución del niñ@ y su adaptación escolar
Antes de dar el alta, se suelen espaciar de forma gradual las sesiones de intervención.
Conviene observar si se mantienen los avances conseguidos con una menor supervisión terapéutica y establecer pautas para prevenir recaídas. En tal caso, si la evolución es positiva se da el alta definitiva.
